La succión del dedo y el chupete son un aspecto que preocupa mucho a padres y madres primerizos. Hay muchas dudas y controversia sobre este dedo. Por esto queremos dar nuestro punto de vista odontológico sobre este tema y arrojar un poco de luz a esas dudas que más nos encontramos en nuestra clínica.

La succión en el recién nacido es un acto reflejo que le permite alimentarse, pero también le proporciona tranquilidad y confort. Ya en el útero lo lleva a cabo y constituye una actividad normal dentro del desarrollo.

La función principal del chupete no es otra que consolar al bebé ya que con él conseguimos que imite la succión que realiza cuando toma el pecho de su madre. Incluso, según la Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP) ayuda a reducir el riesgo por muerte súbita.

Y aunque el uso del chupete y la succión del pulgar sean comportamientos comunes en los niños pequeños, no debemos olvidar que pueden tener un impacto negativo en su salud dental a largo plazo. Según la SEOP se desaconseja el uso del chupete a partir de los 3 años. También señala que la succión del dedo conlleva unas consecuencias negativas más severas.

En este post veremos las consecuencias negativas que pueden acarrear estos hábitos a la vez que exploraremos las soluciones y cómo podemos guiar a nuestros pequeños hacia una salud bucal óptima desde una edad temprana.

¿Qué efectos negativos tiene el chupete o la succión del dedo?

El uso prolongado del chupete y la succión del dedo en los niños puede desencadenar varios efectos negativos en su salud dental y desarrollo facial que marcaran su fase adulta. Es importante señalar que estos efectos negativos no se producen en todos los niños y que la intensidad y duración de los hábitos pueden influir en su impacto. Lo ideal, siempre, es consultar con un odontopediatra para recibir orientación específica y recomendaciones personalizadas tras realizar un diagnóstico.

  • Maloclusión dental

El uso del chupete y la succión del dedo pueden interferir con el desarrollo normal de los maxilares y los dientes. Esto puede provocar maloclusiones, como una mordida abierta, una mordida cruzada o una protrusión dental (dientes salidos) que deberán ser corregidos posteriormente con ortodoncia.

  • Desarrollo de diastemas

La succión prolongada y constante puede ejercer presión sobre los dientes y hacer que se separen, creando espacios o diastemas entre ellos.

  • Forma incorrecta del paladar

La succión del dedo prolongada se relaciona con la alteración de la forma del paladar, haciendo que sea más estrecho o más profundo de lo normal. Esto puede alterar la posición y alineación de los dientes, así como la respiración y el habla.

  • Cambios en la posición de la lengua

La posición de la lengua en reposo y durante la deglución puede verse afectada, aumentando las posibilidades de comprometer la alineación dental y el desarrollo de la mandíbula.

  • Mayor riesgo de infecciones

El chupete y los dedos pueden ser portadores de bacterias y gérmenes, lo que aumenta el riesgo de infecciones en la boca, como la candidiasis oral (hongos en la boca) y la caries dental.

  • Dependencia emocional

Ya sea chuparse el dedo o el uso del chupete puede crear una dependencia emocional en el niño, lo que puede dificultar el proceso de abandono de estos hábitos en el futuro.

¿Qué soluciones existen?

Si ha llegado el momento de que tu peque deje el chupete o que abandone el hábito de chuparse el dedo puedes probar con las siguientes recomendaciones. Recuerda que cada niño es un mundo y cada uno tendrá un proceso de adaptación diferente, por lo que no puede faltar paciencia ni cariño. Si optas por un cambio paulatino, puedes probar las siguientes técnicas:

  • Ofrecer consuelo y seguridad emocional

Intenta que, en lugar de refugiarse en el chupete o el dedo, encuentre otras formas de obtener consuelo y seguridad emocional. ¿Cómo? Prueba con abrazos, palabras de aliento, caricias suaves o la presencia de un objeto reconfortante, como una manta o un peluche.

  • Estimular la exploración oral

Dale a tu hijo juguetes seguros y adecuados para su edad que promuevan la exploración oral. Estos juguetes pueden incluir mordedores, anillos de dentición, cepillos de dientes de silicona o juguetes de texturas diferentes que ayuden a satisfacer la necesidad de estimulación oral.

  • Introducir actividades distractoras

Cuando sienta la necesidad de chupar o succionar, distráelo con actividades alternativas. Prueba a leerle un cuento, colorear, juegos interactivos o actividades al aire libre que lo mantengan ocupado y distraído.

  • Usa refuerzo positivo

Por ejemplo, puedes crear una tabla de puntuación y que gane puntos cuando no realice la conducta a eliminar.

  • Implementar técnicas de relajación

Enséñale técnicas de relajación, como respiraciones profundas y lentas, para que aprenda a lidiar con el estrés y la ansiedad sin recurrir al chupete o la succión del dedo. Esto puede mejorar su autocontrol y ayudarle a encontrar calma y tranquilidad en situaciones estresantes.

  • Explicarle el cambio

Junto al odontopediatra podéis explicarle los motivos negativos que tiene el chupete o la succión del dedo.

  • Fomentar hábitos positivos de sueño

Muchas veces, el uso del chupete o la succión del dedo está relacionado con el sueño. Establece una rutina de sueño consistente y reconfortante para tu hijo, como leer un cuento antes de acostarse o escuchar música suave. Esto puede ayudarlo a relajarse y conciliar el sueño sin necesidad de recurrir al chupete o al dedo.

  • Buscar apoyo profesional

Aunque te demos estas técnicas siempre es recomendable buscar el apoyo de profesionales de la salud, como pediatras y odontopediatras. Ellos pueden brindarte orientación específica y recomendaciones personalizadas para ayudar a tu hijo a superar estos hábitos.

Si quieres acelerar un poco más el proceso, puedes complementar estas técnicas con los siguientes consejos:

  • Sabores desagradables

Untar la tetina del chupete o el dedo en sustancias de sabor desagradable pero inofensivas: por ejemplo, en limón, vinagre o en el caso de los dedos usar los esmaltes amargos que se comercializan en farmacias.

  • Utiliza el intercambio

Puedes inventar un personaje o una historia para que le deje el chupete a cambio de una recompensa. Puedes incluso usar al Ratoncito Pérez y convencerle de un intercambio: por ejemplo, el chupete por un libro.

  • Inventar una historia

Una medida más drástica es deshacerte del chupete y convencerle que se ha perdido o se ha olvidado en algún otro lugar.

Intenta siempre que el cambio de conducta no coincida con otras situaciones importantes como por ejemplo el comienzo de la guardería, la llegada de un hermano o hermana.

Una vez que se tenga decidido el cambio de situación se debe ser firme. Es muy seguro que lo echen de menos y que lo pedirán. Habrá llantos y berrinches, pero debemos aguantar hasta que pasen el “síndrome de abstinencia”.

Elijas el camino que elijas, es importante que nunca utilices el castigo ni que se ridiculice al peque. El refuerzo positivo y el cariño son las claves para que tu hijo abandone estas conductas.

¿Entonces chupete sí o chupete no?

Nuestra opinión es que se puede usar el chupete de una forma responsable, combinándolo también con otras técnicas y no utilizándolo siempre para acallar el llanto.

Ten en cuenta que llorar es una de las principales formas de comunicación que tienen nuestros peques para hacernos llegar sus necesidades hasta que aprenden a hablar. Hay que identificar estas necesidades y probar otras formas de hacer que se calme como por ejemplo usando caricias, meciéndole o hablándole.

Es importante usar chupetes homologados y que sean lo más anatómicamente respetuosos con la boca del bebé. Y sobre todo evitar prologarlo más de los 3 años, donde los efectos negativos comienzan a manifestarse si se prolonga este hábito.