En invierno muchas personas experimentan una mayor sensibilidad en sus piezas dentales. En muchas ocasiones esa sensibilidad se convierte en una molestia en forma de punzada, similar a un calambrazo, que se puede llegar a sentir por el mero hecho de respirar una bocanada de aire frío. Aunque, normalmente, se da al contacto con alimentos o bebidas frías o muy calientes, y también con aquellos productos que tienen altas dosis de azúcar.

Estas molestias reciben el nombre de sensibilidad dentaria y las padecen una de cada tres personas. Aparecen como consecuencia del deterioro del esmalte que protege los dientes, que, al desaparecer, deja expuesta la superficie de la pieza, conocida como dentina, lo que hace que cualquier estímulo externo llegue con muchísima más intensidad a las terminaciones nerviosas dentales, o también, como consecuencia de la retracción de encías o del bruxismo. Esto, además de provocar ocasionalmente dolor, puede llegar a derivar en problemas de salud bucodental más graves si no se trata a tiempo.

Por ello, si la aparición de esas punzadas es recurrente siempre que hay un cambio de temperatura brusco en la boca, es recomendable acudir al dentista para que haga un estudio del caso y decida cuál es el mejor tratamiento, entre los cuales podrían ser, realizar un empaste, una endodoncia, un injerto de encía quirúrgico o una corona.

Si, por el contrario, estas molestias se experimentan de forma ocasional, es recomendable llevar a cabo determinadas acciones para prevenir que vayan a más. Así, por ejemplo:

  • Se pueden usar pastas de dientes especiales pensadas para reducir la sensibilidad (es preciso consultar al odontólogo cuál es la adecuada).
  • Elegir cepillos de dientes de dureza media o suave, realizar un cepillado suave y usar seda dental.
  • No ingerir alimentos ácidos, pues son muy agresivos con el esmalte, y reducir el consumo de productos azucarados.
  • Taparse la boca cuando se esté en la calle. El aire gélido propio del invierno también puede afectar a la sensibilidad dental.