Una deficiente higiene bucodental, una enfermedad, caries, un traumatismo, un tratamiento dental inacabado, sea cual sea el motivo, es bastante sencillo y habitual que a lo largo de nuestra vida perdamos una o varias piezas dentales. Es posible que, en este caso, pienses que no conlleva inconveniente alguno siempre que te permita masticar.

Pero nada más lejos de la realidad, cuando una pieza dental no está en el lugar que debe, el resto de la dentadura puede verse comprometida debido a varias problemáticas:

  • Pérdida ósea maxilar.

Es una de las alteraciones más significativas de la falta de dientes. La pérdida de estimulación del hueso residual, puede dificultar el asentamiento de un implante dental en el futuro. Y es que para que el hueso se desarrolle, es necesario la función de un diente que mantenga su densidad y su volumen.

  • Alteración de la función masticatoria.

Cuando perdemos un diente o varias piezas dentales, disminuye la capacidad masticatoria.
En ausencia del diente, los alimentos dañan la encía que queda libre durante la ingesta, dificultando la masticación y produciendo irritaciones en la misma.

  • Movilidad de los dientes adyacentes y opuestos, además de maloclusiones dentales.

Cuando una pieza dental no está en su lugar,  el resto de la dentadura se ve comprometida. Los dientes adyacentes y opuestos tienden a ocupar el espacio vacío y se irán inclinando poco a poco tratando de ocupar dicho espacio. Esto, además, provoca maloclusiones dentales.

  • Desgaste mayor del resto de los dientes.

Los dientes antagonistas que no se enfrentan a su correspondiente, sufren un deterioro que a la larga generan nuevas pérdidas dentales. Nuestros dientes anteriores protegen a los posteriores y los posteriores protegen a los anteriores, cuando sufrimos pérdidas dentales, sobrecargamos los dientes que nos quedan en la boca y empezamos a perder hueso, a tener movilidad y a sufrir desgastes. El cambio de posición de los dientes hará que estos se articulen incorrectamente, apareciendo contactos indebidos y sobrecargas que producirán a su vez más desgaste y dolor.

  • Más caries y formación de sarro.

Los puntos interdentales se abren dificultando la higiene y facilitando la retención de alimentos entre los dientes, lo que producirá la aparición de más caries y la formación de sarro. Además la facilidad con la que los alimentos se quedan en los dientes y encías, favorece la enfermedad periodontal.

  • Alteraciones digestivas.

La pérdida de dientes conlleva también alteraciones digestivas, ya que la trituración de la comida será incompleta, por ende perjudica también a nuestro sistema digestivo.

  • Problemas en la articulación de la mandíbula.

La mandíbula tendrá que adaptarse a los nuevos cambios , pudiendo producir ruidos durante la masticación, incluso dolor.

  • Problemas con la fonación

Al faltar uno o varios dientes, nuestra pronunciación cambia. Y es que la apertura o diastema que se produce, hace que al pasar el aire por ellos nuestra pronunciación se vea modificada. El aire pasa de una manera diferente y los labios se apoyan también de diferente manera.

  • Deformación de los rasgos faciales

Perdemos el soporte de los tejidos blandos. Nuestros dientes hacen que el hueso se mantenga, si perdemos los dientes el hueso se reabsorbe, ya no se mantiene igual. Nuestros mofletes, nuestros labios, todo ello se soporta sobre el hueso, si perdemos el soporte de todos los tejidos blandos, automáticamente generamos un envejecimiento prematuro. Por lo que nuestros labios se arrugan y se desplazan hacia atrás y muestros mofletes se descuelgan.

  • Genera inseguridad en nuestra sonrisa.

     

Para evitar todos estos problemas mencionados, será necesario reponer cuanto antes los dientes que nos falten y restaurar la posición de mordida natural.

Si has perdido alguna pieza dental, no lo dejes pasar, ni dejes transcurrir demasiado tiempo. Pide cita en nuestra clínica dental Giariber, y te ayudaremos!